Una historia por escribir..

Una historia por escribir..
Mi historia la escribe Dios pero los hechos los hago yo

viernes, 9 de octubre de 2015

Por qué continuamos



Últimamente me tocó investigar un poco acerca de las guerras, revoluciones y ese tipo de cosas. En serio si son medio sensibles, no hagan eso.

Buscando específicamente películas o enlaces que vayan un poco mas allá de la fecha, causas y quiénes estuvieron involucrados, etc. llegué hasta un cortometraje dirigido por Marcelo Martinessi, del que me hicieron un resumencito y con eso ya dije que no iba a ver. Pero como nunca me hago caso, vi.

Se llama “Karai Norte”, es sobre una viejita que vive hacia el Chaco hasta donde llega un hombre que al parecer formó parte de la Revolución del 47. Ella le cuenta que noches atrás unos malvivientes le robaron todo lo que tenía. Y hasta ahí les cuento.

Después de ver ese corto, me quede bastante rato medio deprimida.
Pensaba en qué será que hace Dios mientras pasan todas esas cosas. Mi mente luchaba con lo que sabía, eso de que todo ayuda a bien, que Dios siempre tiene el control. Pero por supuesto que sentía esa carga de “¿hace falta que sea así?

Pero como el Espíritu Santo se encarga de darnos luz, me recordó lo que dice en Job 11:18:

“Tendrás confianza porque hay esperanza. Mirarás alrededor y dormirás tranquilo”

 Mirarás alrededor (vas a ver la situación en la que estás) y dormirás tranquilo.

Todos sabemos que lo primero que afecta la preocupación es el sueño. Como cuesta dormir y realmente descansar cuando estamos preocupados.


Cuando el piso se siente cómodo es cuando más rápido tenes que levantarte, porque es cuando más peligro se corre de quedarse ahí.


Hay que recordar que si Jesús se levantó de los muertos es porque pensaba que valía la pena. Valía la pena un último esfuerzo.

Para nosotros lo mismo. Puede haber una guerra, una tragedia, el mundo cayéndose a pedazos, pero esa promesa no es válida solo en tiempos de paz o cuando estamos felices. Pase lo que pase podemos tener confianza.

¿Por qué?

Porque hay esperanza.

Si seguís respirando es porque Dios todavía no terminó contigo. ¿Por qué habrías de darte por vencido?