Lo que aprendí esta vez no fue por una película o un libro.
Fue mas bien un recordatorio, de algo que “sabía” pero no lo tenía
muy presente.
En estos días fuimos a Foz a ver las cataratas con unos amigos.
Es algo que tenes que ver, mas que cualquier película, es una excelente experiencia; es increíblemente
hermoso. La caminata es larga pero vale la pena, es más, vale tanto la pena que
pagué dos veces luego para entrar, porque la primera vez perdí mi entrada (a
los 5 pasos desapareció por ahí, no sé cómo). *Recomendación: no pongan la
entrada y el ticket fiscal en el mismo bolsillo.
Mientras íbamos caminando con un grupo de gente, cada paso
nos deteníamos para las consabidas fotos de rigor. Costaba seguir, porque
queríamos quedarnos para siempre mirando en un lugar, pero los que sabían nos
decían “Dale vamos, esto no es todavía lo mejor”. Yo iba quitando fotos y preguntándome: “Dios, en qué estabas
pensando cuando creaste esto?”.
Cuando por fin llegamos al mirador principal, no les puedo
explicar lo que era. Estabamos a unos 30 metros de la cascada, el agua nos
mojaba, no se escuchaba nada más que el ruido del agua, el visor de la cámara
se empañaba al intentar tomar una foto pero era imposible capturar tanta
magnificencia ni con la lente mas poderosa. Era un momento soberbio. Yo seguía
pensando:“EN QUÉ ESTABAS PENSANDO?"
En eso me fije que por las barandillas había candaditos
cerrados en los barrotes. Algunos tenían iniciales y fechas grabadas. Entonces
recordé que en una película habían comentado la costumbre de parejas de poner
candados en un puente, cerrarlo y tirar la llave al agua, como símbolo de que
nada los iba a separar.
Fue ahí cuando, a pesar del viento y el ruido, sentí que
todo se silenciaba y escuché esa voz tiernísima respondiendo a mi pregunta suavemente:
“En vos.. estaba pensando en vos”
Me quedé helada, pero no por el frío. Fue tan fuerte la
impresión y tan palpable el gigantesco amor de Dios, viendo el agua caer con
tanta fuerza produciendo mucho más que un hermoso paisaje. Los ojos se me llenaron
de lágrimas, sentía que me sonrojaba. Era mi Amado hablando a mi corazón.
Si la vida tuviera banda sonora se hubiese escuchado “Me
dice que me ama” de Jesús Adrián Romero ♫♪ me dice que me ama y que
conmigo quiere estar, que ha hecho lo que existe para llamar mi atención ♪♪
Cuando volvíamos me iba mirando a las demás personas, preguntándome si alguien
mas había reparado en Dios. Quería contarles lo que me dijo pero todavía no
podía.
Entonces una de las chicas dice: “Alguno le habló a Dios mientras estábamos
ahí? Verdad que era imposible no hablarle?”
Yo solo sonreí. Todos oyeron el
mensaje.
“Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando.” Salmo 19:1