Aquí va otro aprendizaje de la vida real, es
decir, no sacado de literatura ni películas.
Estaba en el super, en la fila para pesar mi
bolsa de manzanas, cuando de reojo veo que una nenita de unos 6 años se para en
el medio de donde estábamos y grita a todo pulmón:
MAMÁÁÁÁÁÁÁ!!!!
De mas está decir que se hizo un silencio
mientras todos le mirábamos a la nena, casi sin saber que hacer pero
automáticamente buscándole a la mama también. Vale decir que apareció en seguida,
no sin antes gritar también desde el pasillo de al lado: ACAA!!
A todos
nos pasó (y a algunos nos sigue pasando) que cuando vamos al super con nuestros
padres, ellos perfeccionan el arte de perderse entre los anaqueles mientras
nosotros estamos *mironeando por ahí o formando la fila para pedir el queso o
pesar las verduras, que se compra por puro antojo suyo.
Normalmente, y creo yo que no soy la única
que, al percatarme de que me quede sola y desamparada voy hasta el final del pasillo y recorro uno a
uno en silencio con mis ojos re abiertos, buscándoles y tratando de recordar donde estacionamos para
ir hasta allá por cualquier cosa.
Por eso creo que me sorprendió tanto que esta
nenita lo primero que hizo sea quedarse parada y gritar, suelo ver incluso
otros niños que recorren llorando los pasillos y ya asumimos nomas que también
sus papás se le perdieron.
En distintas áreas de la vida hay veces en que
nos sentimos perdidos, sin la mas remota idea de qué hacer o hacia adónde ir, y
parece que todas las indicaciones que nos dan otros no ayudan, incluso pueden
hacer que nos adentremos mas en el camino equivocado, alejándonos del lugar
deseado. O podemos estar tomando todas las decisiones correctas, haciendo lo que se supone que deberíamos, pero nada cambia.
Pero en esos momentos, en vez de perder
tiempo, desgastándonos y desesperándonos
intentando solucionar con nuestras fuerzas e inteligencia, deberíamos quedarnos quietos
y pedir ayuda. SU ayuda
“Clama a mí y yo te responderé y te mostraré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” Jeremías 33:3
Es lo obvio no? Necesitas ayuda, la pedís; pero sabemos que no es así. Pedir ayuda significa reconocer que no podemos
solos, que no sabemos todo, que no teníamos todo controlado. Algo que al ser
humano (me niego a ser la única) le es demasiado difícil aceptar.
Dios ya te dice: “Hay cosas que no sabes. Yo
veo el panorama completo. Vos solo ves lo que tenes en frente, la situación actual, y lo que hay detrás, lo que ya pasó. Pero
llamame y te voy a contar.”
La nenita me enseñó una cosa: cuando estás
perdido, no pierdas tiempo tratando de encontrar la solución. Quedate quieto..
y gritá por tu vida!!
“Estad quietos y conoced que Yo soy Dios” Salmos 46:10
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