El que haya tenido la oportunidad de ver “El diablo viste a
la moda” sabe que lo que mas llama la atención de la película no es la moda en
sí, o por lo menos para mí no se centra tanto en eso, sino en la actuación
magistral de Meryl Streep como Miranda Priestly, la irracionalmente exigente
editora de la Revista Runway, en la que la mal vestida y sin estilo de Andy (Anne
Hathaway) se mete a trabajar para poder llegar a su sueño de ser escritora en
un diario.
Lo que debía ser simple transición, un trabajo “mientras
tanto” se convierte en una pesadilla que empieza a minar todas las demás áreas
de su vida cuando su jefa no respeta los horarios y le llama
ininterrumpidamente de 6 de la mañana hasta el día siguiente más o menos,
pidiéndole toda clase de cosas, desde profesionales hasta personales. Y encima le hacen sentir totalmente fuera de
lugar por ser una chica “a la que no le interesa la moda”.
Es muy cómico ver como Andy se mata por conseguir las cosas,
incluso esas más imposibles, y que Miranda ni ahí está, nunca le da una palabra
de agradecimiento o aliento. Es más, creo que no sonríe en toda la película,
aparte de ciertas sonrisitas superficiales y sarcásticas para las fotos.
En una de las escenas cruciales de la película, luego de que
Miranda le humilla hasta el piso por haber fallado en algo, Andy, al borde de
las lágrimas, va a hablar con Nigel, el único que por lo menos le habla en la
revista, y le dice que nadie se da cuenta de cuánto se está esforzando e
intentando hacer bien el trabajo. Entonces, mientras todos esperamos unas
palabras de apoyo para la pobre, Nigel le dice algo totalmente inesperado:
“No lo estás intentando, estas lloriqueando. Quieres que te diga “aah pobrecita, tu jefa es despiadada”? Ella sólo está haciendo su trabajo, no sabes cuantas estrellas han pasado por este lugar y lo que es peor, no te importa. Porque en este lugar donde tanta gente adoraría trabajar, tú sólo te dignas a trabajar.”
Cualquiera puede notar el esfuerzo de Andy, todo lo que
dejaba de lado para cumplir con las exigencias del trabajo, pero Nigel le llama
la atención sobre algo más importante: Su Actitud. Hay algo más que simplemente
“hacer” el trabajo, es la forma en la
que se hace; nadie te castigaría por hacer simplemente por cumplir, hacer
porque te pagan por ello, pero no esperes que te aplaudan, no esperes que te
agradezcan.
La Biblia dice que todo lo que hagamos, lo hagamos como para
Dios y no para los hombres. Dios es el mejor pagador que existe, encima no se
le escapa nada; hay veces que hacemos algo bueno en el trabajo y nuestro jefe
ni siquiera se entera, pero con Dios nunca pasa eso. El sabe donde estaba tu
corazón mientras hacías tu trabajo, el sabe cuánto te cuesta, pero que por El
estas siguiendo, El sabe que tal vez no es el lugar en el que queres estar,
pero que mientras te estás preparando para llegar. Estas preparando tu
carácter, estas desarrollando tu paciencia, estas aumentando tus fuerzas, estas
aprendiendo a tratar con personas difíciles, estas siendo de buen testimonio en
cualquier circunstancia.
Andy toma la determinación de hacer lo mejor posible, cambia
de actitud lo que se refleja en su exterior, nadie le dice nada pero le van
dando más responsabilidades y confían en ella por sobre otras que tenían más
antigüedad en el trabajo y un cargo mayor. Pero Andy resalta, su
responsabilidad y dedicación rinden fruto. Se vuelve la mejor en lo que hace. La
respetan como solo respetan a los que saben hacer bien las cosas, a los que su
trabajo habla bien de ellos.
No creo en las casualidades ni en las mas pequeñas cosas.
Creo que Dios arma las cosas para que estemos en el lugar correcto en el
momento correcto y mas de uno se da cuenta cuando es así. Creo que así como
Andy aprendió a mantenerse firme en sus convicciones, encontrarse a ella misma
y cumplir bien con el trabajo, nosotros también podemos aprender muchísimas
cosas en donde estemos si escuchamos lo que Dios quiere enseñarnos ahí.
Buscá ser el mejor en lo que haces, o no te atrevas ni a intentarlo.
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