La vida es un incesante desfile de situaciones y
circunstancias que no somos conscientes de lo entrelazados que van hasta que
altera nuestra vida de forma significativa. Podemos pensar que lo que hacemos
no tiene un impacto en nadie ni nada más, pero si nos ponemos a pensar qué pasa
o no pasa a raíz de nuestros actos en algún momento vamos a encontrar algo por
lo cual decir “wow!”.
A qué precisamente me refiero? En la película “El extraño
caso de Benjamin Button” se ve un excelente ejemplo de cómo pequeñas
variaciones de comportamiento pueden cambiar una vida. En una parte va
mostrando a una serie de personas que hicieron algo determinado que en conjunto
hizo que le chocaran a una chica (iba a escribir todo como cuenta pero es muy
largo, les recomiendo ver la película). Después muestra como si una sola cosa
de todas ellas hubiese sido diferente, otra iba a ser la historia.
En cada una de nuestras vidas se cumple eso. Piensen si tan
solo sus papás no se hubieran conocido por A o B motivo.. ustedes no estarían
leyendo esto. O si entrabas en otro colegio en vez del que te metieron, te
ponían en otra sección o turno, o solo te sentabas en otra silla, tal vez no te
hubieras hecho amigo de esa persona. Todos los días tomamos decisiones
“irrelevantes” que sumadas forman la vida misma. Nada es casualidad.
Pero tampoco quiero ir al extremo de pensar que todo lo que
nos pasa es el resultado exclusivo de nuestras decisiones, que es toda culpa o
mérito nuestro.
NO.
Hay un Dios
maravilloso y protector que arma una telaraña con los caminos de todos para que
nada se atraviese en donde no se tiene que atravesar, para que todo vaya de
acuerdo al plan que él tiene, que es “bueno, agradable y perfecto”.
Tengo un ejemplo perfecto de eso. Mi libro favorito de la
serie de “Las Crónicas de Narnia” es el quinto: “El caballo y su niño”. Cuenta
la historia de Shasta, un niño que una noche escucha a su papá decir que en
realidad no es su hijo, que lo encontró en una canoa una noche en que no podía
dormir, por lo que decide escaparse a Narnia con un caballo parlante (en Narnia
los animales hablan). En el camino se desvían porque parece que le persigue un
león y se encuentran con una chica llamada Aravis que también huye de su casa con
su yegua, coincidentemente también de Narnia. Ellos se enteran de una
conspiración para atacar la ciudad de Archeland y tratan de llegar antes que
los malos para avisarles. Camino a eso, cuando Shasta se encuentra solo y
perdido, tiene un encuentro con Aslan, el león, a quien nunca ha visto. Shasta le
cuenta todo lo que tuvo que pasar hasta ahí: le persiguieron leones, pasó por
un cementerio, entró en territorio de chacales, mil cosas. Le pregunta a Aslan
donde estuvo en esos momentos.
Y Aslan le dice:
“Yo era el león que te obligó a juntarte con Aravis. Yo era el gato que te consoló en medio de las casas de la muerte. Yo era el león que auyentó a los chacales mientras tú dormías. Yo era el león que dio a los caballos renovadas fuerzas sacadas del miedo para los últimos metros que faltaban, a fin que pudieras alcanzar al rey Lune a tiempo. Y yo era el león que tu no recuerdas, que empujó el bote en que yacías, un niño próximo a morir, para que llegase a la playa donde estaba un hombre, insomne a la medianoche, que debía recibirte.”
En cada situación que Shasta creyó que era algo malo en su
vida, en realidad era Aslan direccionando su camino para llegar a su destino.
Recordá cada momento en que sentiste miedo, te sentiste
solo, pensaste que nadie estaba por vos. En esos momentos Dios estaba
trabajando a tu favor. Cuando estas metido en tus cosas, sin nada que te
perturbe, Dios estaba cubriéndote. Cada día que amaneces vivo es un regalo que
Dios nos da. Pasa que estamos muy acostumbrados a que amanezca.
Si Dios nos contara de todo lo que nos salva cada día, todo
lo que hace para que las cosas nos salgan bien, creo yo que no nos molestarían
tanto las pequeñas contrariedades que pasamos, sabiendo que tiene un
significado. Ya no insistiríamos en hacer las cosas a nuestra manera sabiendo
que la manera de Dios es para afectar a otros y no centrado en nosotros.
Aslan estuvo siempre ahí. Dios está siempre ahí. Él no es
indiferente a tu vida, Él la quiere conducir.
“Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos.. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano.” (Salmos 139:3,5 )
"¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pues, ¿Quién ha conocido la mente del Señor?, ¿o quién llegó a ser Su consejero?" (Romanos 11:33-34)
Tranquilo.. Dios sabe lo que hace.
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